“Tal conmoción haría que millones de personas dejaran de trabajar o los obligaran a reentrenarse para otros trabajos previstos por la propuesta —suponiendo que esos trabajos existieran en cantidad suficiente— que podrían no pagar tanto u ofrecer el mismo nivel de beneficios.”
El plan arruinaría la economía de los Estados Unidos y no mitigaría el cambio climático
EL NUEVO TRATO Verde (The Green New Deal), presentado en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos como una resolución no vinculante el 7 de febrero, es una propuesta increíblemente irreal e inviable para mitigar el cambio climático mediante la reconstrucción radical de la economía y la sociedad de los Estados Unidos.
La propuesta aboga por una transición a un 100 por ciento de energía renovable antes del año 2030, lo que pondría fin abruptamente al uso de fuentes de energía tradicionales, como el carbón, el gas natural y el petróleo. Ignora las tecnologías prometedoras que podrían ayudar a descarbonizar las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero. Y, a pesar de su gran costo (de US$51 millones de billones a US$93 millones de billones según algunas estimaciones), no lograría ningún impacto significativo sobre el cambio climático mundial.
El plan, que también incluye una cantidad extraordinaria de reingeniería social, devastaría la economía de los Estados Unidos, debilitaría la capacidad de la nación para competir globalmente y destruiría los empleos estadounidenses.
Sorprendentemente, la resolución, patrocinada por la representante Alexandria Ocasio-Cortez (D-NY 14) y el senador Ed Markey (D-MA), ha recibido un apoyo político sustancial, con 67 copatrocinadores en la Cámara de Representantes y 11 en el Senado. Siete candidatos presidenciales también la han respaldado.
Abandonar los combustibles fósiles tendría consecuencias de gran alcance
CONSIDERE LAS CONSECUENCIAS de alejarse completamente de los combustibles fósiles en 10 años, tal como se propone en el Nuevo Trato Verde:
No más gas natural, petróleo o carbón. No habrá automóviles, camiones, vehículos deportivos utilitarios (SUVs, por sus siglas en inglés) o equipos agrícolas que funcionen con gasolina o diésel. No más trenes impulsados por diésel. No más aviones que utilicen combustible de aviación. No más motores fuera de borda para embarcaciones de pesca o de recreo. No habrá estufas, calentadores o calefacción a gas. Ningún producto derivado o que utilice petróleo: el asfalto para carreteras, el coque para la fabricación de acero, cientos de productos farmacéuticos, el queroseno para calentadores portátiles, gas propano para barbacoas en el patio o calefacción doméstica, pelotas de golf, refrigeradores, pintura o cientos de otros productos utilizados en nuestra vida cotidiana.
Imagine el impacto en la economía y la sociedad estadounidense:
- Cierre de todas las minas de carbón, campos petroleros y refinerías.
- Cierre o reequipamiento de fábricas.
- Desguace de aviones, barcos, locomotoras, camiones remolcadores y otros vehículos que funcionan con combustibles fósiles o reconfigurarlos para que funcionen con un combustible alternativo.
- Cierre de las centrales eléctricas de los Estados Unidos que funcionan con gas natural, carbón y petróleo (63 por ciento de toda la generación de energía).
Tal conmoción haría que millones de personas dejaran de trabajar o los obligaran a reentrenarse para otros trabajos previstos por la propuesta —suponiendo que esos trabajos existieran en cantidad suficiente— que podrían no pagar tanto u ofrecer el mismo nivel de beneficios. Según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de los Estados Unidos, se estima que hasta 9.2 millones de empleos directos e indirectos en solo 14 industrias de alto consumo energético estarían gravemente en riesgo si el plan fuera implementado.
«Ha llegado el momento de dar lo mejor de nosotros y finalmente abordar los desafíos del cambio climático de manera responsable y racional».
Si bien el Nuevo Trato Verde promueve programas para una «transición justa», que esencialmente buscan compensar la pérdida de empleos con reentrenamiento o asistencia financiera, dichos programas nunca han sido demostrados a tal escala nacional. No pueden garantizar que las familias trabajadoras quedarán económicamente firmes. Es posible que los empleos del Nuevo Trato Verde no estén disponibles donde viven los trabajadores actualmente, requiriéndoles que se establezcan en otro lugar. Es posible que los trabajadores no quieran renunciar a sus carreras, especialmente después de años de entrenamiento y la experiencia que los han posicionado para ser propietarios de una casa y ayudar a sus hijos a ir a la universidad. Y aquellos que están cerca del final de sus carreras tendrían dificultades para hacer la transición a algo muy diferente a sus ocupaciones actuales.
La transición justa puede ser «justa» para aquellos cuyos trabajos no están en riesgo, pero para aquellos que enfrentan las importantes conmociones de la industria, el camino a una nueva carrera a menudo es confuso, el resultado es incierto. Los trabajadores que han completado un programa de aprendices o que han dedicado años de sus vidas en un oficio no quieren que sus habilidades se devalúen o ser arrojados a puestos de menor rango en una nueva ocupación.
Y las comunidades afectadas por la pérdida de centrales eléctricas, refinerías e instalaciones manufactureras —que a menudo son una fuente importante de ingresos fiscales para los servicios básicos— también enfrentarían grandes desafíos económicos. ¿De dónde provendrá el dinero para apoyar a los pueblos y las pequeñas ciudades afectadas por el Nuevo Trato Verde?
No está claro si la energía nuclear permanece en la combinación energética. Aunque la energía nuclear no es mencionada en la resolución presentada ante el Congreso, otros documentos, que incluyen una sección de preguntas frecuentes de la oficina de Ocasio-Cortez (luego retirada) y una carta del 10 de enero enviada al Congreso por parte de grupos ambientalistas, piden claramente el fin de nuevas centrales nucleares.
El Nuevo Trato Verde ignora tecnologías esenciales como la captura, uso y almacenamiento de carbono
EL PANEL INTERGUBERNAMENTAL del Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés), la principal autoridad mundial en el tema, reconoce que la captura, uso y almacenamiento de carbono debe desempeñar un papel clave en la descarbonización de la generación de energía eléctrica del mundo y otras industrias. Sin la captura, uso y almacenamiento de carbono, cumplir con los objetivos climáticos podría ser el doble de costoso.
Sin embargo, el Nuevo Trato Verde ignora el asesoramiento del IPCC y otras organizaciones como la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) y, en cambio, adopta la posición de «déjelo en el suelo» que a menudo promueven los ambientalistas radicales (que se refiere a mantener los combustibles fósiles donde pertenecen).
Las tecnologías que pueden alcanzar altos niveles de captura de carbono, hasta el 100 por ciento de las emisiones, no deben descartarse sumariamente. De hecho, la captura, uso y almacenamiento de carbono es el único enfoque viable para descarbonizar los procesos industriales que no generan energía y que liberan gases de efecto invernadero, como la fabricación de cemento y la fundición de aluminio.
(Véase www.cleanerfutureccs.org para obtener más información sobre la captura de carbono).
Reconstruir los Estados Unidos no resolverá el cambio climático
INCLUSO SI LOS Estados Unidos tuviera que rehacer su sociedad, industria y economía como lo exige el Nuevo Trato Verde, y aun si la nación alcanzara el 100 % de descarbonización, no lograría la meta de limitar el calentamiento global a los objetivos de 1.5 °C o 2 °C propuestos por el acuerdo climático de París. Las estimaciones recientes que utilizan los modelos climáticos aprobados por la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) sugieren que el Nuevo Trato Verde reduciría el calentamiento futuro en un máximo de 0.14 grados C para el 2100.
Por supuesto, los Estados Unidos no controla las emisiones de otras naciones. Todavía en la actualidad unas 1,500 centrales eléctricas de carbón se están construyendo o están planificadas en todo el mundo. Nada de lo que Estados Unidos haga por sí solo frenará estos acontecimientos. La nueva capacidad de generación a carbón y a gas de otros países probablemente compensaría cualquier reducción de emisiones de carbono lograda a través del Nuevo Trato Verde. El cierre de las emisiones de carbono en los Estados Unidos simplemente invita a un aumento proporcional de las emisiones en el extranjero.
Además, si Estados Unidos mantuviera los combustibles fósiles en el suelo, renunciaría a millones de millones de dólares en exportaciones anuales de petróleo y gas junto con empleos relacionados e ingresos fiscales. Docenas de estados, desde los montes Apalaches hasta la costa del Golfo y la región de las Montañas Rocosas, dependen de manera crítica de la energía fósil para empleos y para los impuestos estatales y locales.
Ir por sí solo puede parecer un noble compromiso para los partidarios del Nuevo Trato Verde que argumentan que los Estados Unidos deben abandonar el uso de combustibles fósiles para dar el ejemplo a seguir por otras naciones. Pero ¿es eso realista? ¿Podrían otros países rehacer sus economías y su sociedad porque los Estados Unidos eligieron hacerlo, o aprovecharían la ausencia de Estados Unidos en los mercados de combustibles fósiles para expandir aún más rápidamente su uso de esos combustibles para nuestra desventaja?
A nivel mundial, el 80 por ciento de la energía se deriva de combustibles fósiles. En los últimos años, las naciones con economías en desarrollo han realizado grandes inversiones en centrales eléctricas, minas, refinerías, puertos y oleoductos para ampliar su acceso al carbón y al petróleo. No es probable que estos países modifiquen sus inversiones porque los Estados Unidos decidan hacerlo.
Si realmente queremos hacer la diferencia, debemos priorizar, invertir e incrementar las tecnologías de captura, uso y almacenamiento de carbono para reducir las emisiones derivabas del uso de combustibles fósiles y los procesos industriales, y deberíamos exportar esas tecnologías por todas partes. Tal esfuerzo crearía empleos sustanciales con altos salarios utilizando las habilidades que los Boilermakers y otros oficios sindicales ya poseen.
El Nuevo Trato Verde está lleno de incertidumbre, riesgos extremos y un millón de billones de dólares en costos que correrían a cargo tanto de los consumidores como del gobierno. Aun así, el plan ha capturado la imaginación de una porción significativa de la sociedad. Esto debería ser un llamado de atención para que el gobierno federal desarrolle una sabia política energética nacional, una que abarque completamente las tecnologías de captura, uso y almacenamiento de carbono y un enfoque de energía con «todas las alternativas mencionadas» que incluya combustibles fósiles, energías renovables, energía nuclear y otras fuentes.
Ha llegado el momento de dar lo mejor de nosotros y finalmente abordar los desafíos del cambio climático de manera responsable y racional.