El 26 de septiembre, Betty Reid Soskin, un ícono de Rosie la Remachadora (Rosie the Riveter), celebró su cumpleaños número cien en una gala en el Museo Rosie la Remachadora de Richmond, California, donde el vicepresidente internacional de los Estados Occidentales, J. Tom Baca, los Boilermakers de los Estados Occidentales y muchos otros invitados ofrecieron a Soskin sus buenos deseos por su histórico cumpleaños. El museo se encuentra en los terrenos de los antiguos astilleros de la compañía Kaiser, donde los trabajadores construyeron 747 barcos durante la Segunda Guerra Mundial. Soskin trabajó allí como archivista del local A-36 de los Boilermakers, una logia auxiliar exclusivamente de la raza negra.
Su progresión personal, desde empleada de archivo hasta convertirse en una reconocida defensora de la historia de las Rosies, está profundamente entretejida con otra importante lección de historia que ha preservado, la del racismo sindical.
Con la entrada de los Estados Unidos en la guerra, las mujeres como Soskin y las minorías no europeas pudieron acceder a la fuerza laboral que les estaba vedada en tiempos de preguerra. El aumento de la demanda de mano de obra abrió una puerta al trabajo para el esfuerzo bélico, pero muchas otras puertas seguían cerradas, incluida la de la plena afiliación a los sindicatos.
El sindicato de los Boilermakers, al igual que casi todos los demás sindicatos de los oficios especializados de la época, no permitía la afiliación de personas de color ni de mujeres. Las logias locales y las agrupaciones nacionales que surgieron de ellas solían reflejar el carácter étnico de los barrios de los que surgían. A principios del siglo XIX, los Boilermakers eran en su mayoría irlandeses y escoceses, antes de que ingleses, alemanes e italianos engrosaran rápidamente las filas. En aquella época, los negros, los hispanos y las mujeres no eran bienvenidos.
En los primeros tiempos del sindicalismo, la Federación Americana del Trabajo intentó combatir el racismo exigiendo a los sindicatos afiliados que se comprometieran a no discriminar nunca a un compañero de trabajo por su color, credo o nacionalidad. Pero en la práctica, la mayoría de los sindicatos prohibían la afiliación de los negros estadounidenses porque los dirigentes temían una revuelta de los miembros actuales. Al igual que en el resto de la nación en aquella época, las opiniones dentro de la hermandad eran dispares. Los negros tuvieron prohibida la afiliación hasta 1937, cuando el presidente Franklin D. Roosevelt convocó una reunión especial de los presidentes de los gremios metalúrgicos con la petición de que los sindicatos empezaran a aceptar a los afroamericanos para que pudieran beneficiarse del aumento del gasto público.
Sin embargo, para apaciguar a los miembros actuales, que en su mayoría no estaban a favor de admitir a los trabajadores negros como miembros de pleno derecho del sindicato, éste creó logias auxiliares. Éstas existían bajo la jurisdicción y supervisión del local blanco más cercano. Fue en una de estas logias auxiliares en tiempos de guerra, en los Astilleros Kaiser, donde Soskin trabajó como empleada archivando tarjetas de cambio de domicilio de los trabajadores.
Pero ese trabajo fue solo una de las muchas aventuras de su vida. Como compositora, escribió canciones de protesta para el Movimiento por los Derechos Civiles. Junto con su esposo, Mel Reid, fundó Reid’s Records en Berkeley, California. Más tarde, Soskin trabajó como representante de campo para una asambleísta del estado de California y luego se involucró en la planificación y desarrollo de un parque para conmemorar el papel de las mujeres en el frente interno durante la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, nació el Parque Histórico Nacional Rosie la Remachadora/Frente interno de la Segunda Guerra Mundial (Rosie the Riveter/World War II Home Front National Historical Park). Soskin dejó su trabajo estatal en el 2003 y se convirtió en consultora del parque que ayudó a planificar. En el 2007, a los ochenta y cinco años, se convirtió en guardabosques del Servicio de Parques Nacionales.
Soskin se ha manifestado sobre el impacto negativo que las logias auxiliares tuvieron sobre ella personalmente y sobre los miembros negros del sindicato durante la guerra. Hace unos años, el presidente internacional Newton B. Jones se refirió a ese período de la historia de los Boilermakers en el escenario de un evento.
«En su calidad de guardabosques del Servicio de Parques Nacionales, Betty no sólo cuenta la historia de los astilleros Kaiser y de las mujeres y los hombres que trabajaron allí, cuenta la historia de la desigualdad, la intolerancia y la segregación que existieron durante esos tiempos. Ella recuerda a todos los que la escuchan las importantes lecciones que nos enseña la historia, para que podamos ser mejores personas, mejores sindicatos y un mejor Estados Unidos», dijo el presidente internacional Jones.
«En nombre de mi organización, ofrezco a Betty y a todos los antiguos Boilermakers que en algún momento pertenecieron a un local auxiliar, una disculpa por lo que debió ser una experiencia de vida denigrante».
Cuando Soskin oyó al presidente internacional Jones disculparse, ella lo abrazó y reconoció sus comentarios, declarando: «Los perdoné [al sindicato de los Boilermakers] hace mucho tiempo, pero nunca he tenido realmente la sensación. . . que estábamos en la misma página hasta hace unos momentos. Muchas gracias. Gracias».