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El final de la ayuda federal a la industria eólica ha sido largamente esperado

“Recibimos un crédito fiscal si construimos muchos parques eólicos. Esa es la única razón para construirlos. No tienen sentido sin el crédito fiscal.” — Warren Buffett

Newton B. Jones, Presidente Internacional

Mil millones en créditos fiscales han apoyado a las energías renovables, enriquecido corporaciones

LA INDUSTRIA EÓLICA está finalmente viendo una eliminación gradual de los subsidios federales que la han mantenido viva durante las últimas décadas. Finalizando ese favoritismo corporativo tan esperado.

Bajo los programas conocidos como el Crédito Fiscal a la Producción (Production Tax Credit o PTC) y el Crédito Fiscal a la Inversión (Investment Tax Credit o ITC), los fabricantes eólicos han cosechado miles de millones de dólares en regalos federales pagados por los contribuyentes. Esencialmente, el PTC da a los participantes de la industria eólica $23 por cada megavatio-hora de electricidad producida (aumentada anualmente por la inflación), mientras que el ITC permite a las corporaciones cancelar el 30 por ciento del costo de desarrollo de un proyecto.

Estas enormemente generosas, y fundamentalmente equivocadas, donaciones del gobierno ascendieron a aproximadamente seis mil millones de dólares solo en el 2016, según la Administración de Información de Energía de los Estados Unidos (U.S. Energy Information Administration). Pero los créditos fiscales federales son solo una parte del problema. Robert Bryce, en un artículo del año 2016 para la revista National Review, escribió: “El valor total de los subsidios otorgados a los principales participantes de la industria eólica de Estados Unidos es ahora de 176 mil millones de dólares (contando los subsidios locales, estatales y federales, así como préstamos federales y garantías de préstamos recibidos por empresas en la junta directiva de la Asociación Americana de Energía Eólica [American Wind Energy Association] desde el año 2000)”.

Este masivo trato especial para la industria eólica, junto con los mandatos gubernamentales que exigen que la energía renovable se incluya en la combinación energética de las empresas de servicios públicos, ha brindado un apoyo artificial a la industria eólica, desviando indudablemente las inversiones lejos de los combustibles fósiles y las industrias nucleares y las tecnologías que realmente impiden que los gases de efecto invernadero se liberen a la atmósfera.

Los destinatarios de dicha generosidad por parte del gobierno han incluido algunas de las corporaciones más grandes y ricas de Estados Unidos y de propiedad extranjera, como General Electric, Siemens y Berkshire Hathaway de Warren Buffett. Estas empresas y muchas otras han aprovechado el PTC y el ITC para reducir sus impuestos y reforzar sus economías.

Buffett, el multimillonario famoso por su conocimiento de los negocios, ofreció una evaluación franca de los subsidios eólicos mientras hablaba a una audiencia en Omaha en el 2014: “Recibimos un crédito fiscal si construimos muchos parques eólicos. Esa es la única razón para construirlos. No tienen sentido sin el crédito fiscal”.

Buffet tenía razón. No tiene sentido. De hecho, durante los últimos 25 años más o menos, los proyectos eólicos se han derrumbado cuando parecía que el Congreso no extendería el PTC y luego se recuperó cuando se renovó el programa.

El PTC ha sido un cajero automático para aquellos en el negocio eólico.

¿Cinco y fuera?

EN EL 2015, el Congreso finalmente actuó para eliminar progresivamente el PTC y el ITC, durante cinco años, con el 2015 y el 2016 permaneciendo en el 100 por ciento del crédito fiscal vigente en ese entonces. El PTC se redujo al 80 por ciento de su valor en el 2017; se reducirá aún más, al 60 por ciento en el 2018 y al 40 por ciento en el 2019 antes de que termine por completo.

Esta es una buena noticia para nosotros, los que creemos que el gobierno debería enfocarse en una estrategia energética de “todo lo anterior”, en lugar de elegir ganadores y perdedores. Lamentablemente, los créditos fiscales seguirán pagándose incluso después de que se acabe el tiempo del PTC. Incluido en el programa está un pago por 10 años; entonces, por ejemplo, los proyectos eólicos que comenzaron a producir electricidad en el año 2017 recibirán créditos fiscales hasta el 2027, tal es la generosidad del gobierno federal.

“Las inversiones en energía con bajas emisiones de carbono recibieron 850 mil millones de dólares el año pasado, y sólo el 0.1% se destinaron a CCUS.” — Agencia Internacional de la Energía

Muchos en la industria eólica y en el gobierno creen que, en el futuro, los avances tecnológicos y las eficiencias de la construcción permitirán que la industria se soporte por sí misma, sin el apoyo del gobierno. Eso aún está por verse. A pesar de las enormes inversiones, la energía eólica representó solo el 4.7 por ciento de la electricidad total generada en los Estados Unidos en el 2015, según la Asociación Americana de Energía Eólica (American Wind Energy Association o AWEA).

Las deficiencias eólicas siguen vigentes

EL ALTO COSTO de la energía eólica no es el único problema. Existen otras preocupaciones graves:

  • Las turbinas eólicas giran solo cuando sopla el viento, aproximadamente el 35 por ciento de las veces. Sesenta y cinco por ciento de las veces no son productivas. Los sistemas de respaldo de combustibles fósiles deben permanecer en modo de espera para suplir las deficiencias. Pero esos sistemas de carga base están diseñados para funcionar continuamente, no para desconectarse y reiniciarse para sustituir a la intermitente energía eólica. Eso hace que los sistemas de carga base sean más costosos de operar y mantener, y más propensos a apagarse permanentemente.
  • Las turbinas continúan destruyendo cientos de miles de murciélagos y aves anualmente, incluyendo especies protegidas como las águilas calvas y las águilas reales (también llamadas águilas doradas).
  • Muchas unidades de energía eólica son más altas que la Estatua de la Libertad. Algunas tienen aspas, tan largas como un campo de fútbol americano. No todo el mundo está encantado de tener turbinas eólicas arruinando nuestros paisajes naturales, y algunos están contratacando. En diciembre, Cape Wind, que tenía previsto construir 130 turbinas eólicas marítimas cerca de la costa de Massachusetts, renunció a su esfuerzo de 14 años debido a la amplia oposición pública, incluyendo demandas que alegaban que el proyecto perjudicaría el turismo y la pesca.
  • Los informes sobre el “síndrome de la turbina eólica” causados por el ruido de baja frecuencia y la oscilación, continúan generando dudas sobre los efectos en la salud de las personas que viven cerca de parques eólicos. Interrupción del sueño y dolores de cabeza a menudo son citados como síntomas, aunque un reciente estudio incluso indica un aumento en las tasas de suicidio.

Dinero mejor invertido

ALGUNOS ACTIVISTAS CLIMÁTICOS y otros partidarios de la energía renovable en realidad creen que la energía eólica puede reemplazar a los combustibles fósiles. Si esto fuera práctico, y claramente no lo es, imaginen la carga extrema en la economía de los Estados Unidos y los contribuyentes. Además del impacto financiero, está el problema del uso de terreno. La AWEA estima que se necesitarían 583,000 turbinas eólicas terrestres para reemplazar totalmente la electricidad generada por los combustibles fósiles, más de 10 veces la cantidad de turbinas eólicas instaladas actualmente.

Según un cálculo, la construcción de suficientes parques eólicos para reemplazar la generación de energía de carbón y gas natural, que en conjunto representan dos tercios de toda la electricidad de los Estados Unidos, requeriría terrenos casi dos veces más grandes que California (Robert Bryce, “The Appalling Delusion of 100 Percent Renewables, Exposed” [“La Increíble Ilusión del 100 por Ciento Renovables, Expuesta”], Pittsburgh Post-Gazette, 1 de julio del 2017).

El senador estadounidense Lamar Alexander (R-TN), al escribir para la revista National Review (“End The Wind Production Tax credit” [“Fin del Crédito Fiscal a la Producción Eólica”], 17 de noviembre del 2017), pide que se termine el PTC en tres años en lugar de cinco, y se haga un mejor uso del dinero de los contribuyentes estadounidenses: “Imagine qué innovación podríamos desatar si utilizamos los miles de millones que se gastan en energía eólica para invertir en investigación para ayudar a nuestro sistema de libre empresa a proporcionar la abundancia de energía barata, limpia y confiable que necesitamos para impulsar nuestra economía del siglo XXI”.

Sobre este tema, estamos totalmente de acuerdo con el senador.

La triste verdad es que los parques eólicos no abordan el problema básico de las emisiones de gases de efecto invernadero. No eliminan ningún CO2 proveniente de procesos industriales, transporte u otras fuentes.

Las naciones han invertido billones de dólares en industrias que emiten CO2: hornos de cemento, fábricas de acero y fundiciones de aluminio, por ejemplo, así como centrales eléctricas. Ellos no van a abandonar estos activos. Las fábricas y los automóviles continuarán bombeando CO2 sin importar cuántas máquinas eólicas se construyan. Para marcar la diferencia, debemos encontrar una forma de capturar CO2 y convertirlo en un producto útil o almacenarlo de manera permanente bajo tierra. Existen muchas tecnologías prometedoras que, con los fondos que ahora se desperdician en los parques eólicos, podrían acelerarse para su aplicación comercial. Los donativos gubernamentales del PTC y el ITC estarían mucho mejor asignados a la captura, uso y almacenamiento de carbono (carbon capture, use and storage o CCUS).

La Agencia Internacional de la Energía sigue impulsando el desarrollo de CCUS como esencial para cumplir con los objetivos de cambio climático. Pero en un análisis reciente, la Agencia Internacional de la Energía encontró que “las inversiones en energía con bajas emisiones de carbono recibieron 850 mil millones de dólares el año pasado, y solo el 0.1% se destinaron a CCUS”.

Washington debería liderar en este tema y dejarse de favoritismos con la energía eólica. Necesitamos una política energética que realmente reduzca las emisiones de gases de efecto invernadero a través de la generación de energía, los procesos industriales y otras áreas de nuestra economía.

Todo lo demás es simplemente tirar dinero al viento.